¿Listo para tropezar de nuevo en la misma piedra?

Las recientes bajadas en bolsas y bonos agitan la percepción que muchos tienen de sus inversiones. Es común que, cuando observan una caída en los precios de los activos, en la mente de los inversores surja una duda en la que subyace el miedo: ¿continuará esta tendencia a la baja? Este sentimiento desplaza la falsa seguridad de que el valor de los activos es estable, reemplazándola por un temor contagioso que provoca que muchos vendan simplemente porque los precios disminuyen.

En el mundo de los fondos de inversión, el fenómeno en el que los inversores venden cuando los precios bajan y compran cuando suben, se denomina «brecha de comportamiento» o «behaviour gap». Esta brecha se mide por la diferencia entre la rentabilidad total de un fondo y el retorno promedio obtenido por sus partícipes.

El ejemplo más conocido es el ocurro entre 1977 y 1990 en el fondo Fidelty Magellan, gestionado por el conocido Peter Lynch y su equipo. Durante ese periodo, el fondo de Lynch logró una impresionante rentabilidad anualizada de más del 28%, superando con creces el 14% del S&P 500. Sin embargo, el equipo de Lynch descubrió que, en promedio, los inversores del fondo solo obtuvieron una rentabilidad anualizada del 7%. La razón detrás de esta discrepancia fue que muchos compraban cuando subía y vendían cuando bajaba.

Muchos de los que trabajamos en la gestión de activos, somos testigos de este comportamiento en los fondos que dirigimos. Es frustrante lograr una rentabilidad y luego ver que, en promedio, los partícipes obtienen menos debido a decisiones impulsivas. Los estudios son unánimes: para maximizar el retorno, lo óptimo es mantener la inversión a largo plazo.

 

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