La ilusión de la propiedad: ¿Quién controla Telefónica?

La reciente incursión de Saudi Telecom en Telefónica ha sacudido el panorama político y empresarial. Este movimiento ha llevado a altos ejecutivos y líderes políticos, incluido el Gobierno de España, a reevaluar y posicionarse en torno a la futura dirección de la firma de telecomunicaciones. Una característica intrigante de Telefónica es su etiqueta de «sin dueño», siendo controlada por bancos como BBVA y Caixabank, que también comparten esta peculiaridad. Este complejo tejido de propiedad ha sido un campo fértil para maniobras e influencias políticas y directivas.

La preocupación principal no radica exactamente en la nacionalidad del nuevo accionista, sino en el cambio de poder que esto representa. A pesar de la retórica pública, hay un deseo subyacente de control. Paradoxalmente, los verdaderos dueños, aquellos que poseen el 80% de Telefónica a través de acciones directas o fondos, parecen ser meros espectadores en este drama corporativo, a pesar de ser la mayoría.

El propósito esencial de cualquier empresa es servir y beneficiar a sus accionistas. Si las decisiones empresariales se desvían de este objetivo, esencialmente están desviando el valor que pertenece a los dueños. Este concepto, aunque fundamental, a menudo se pasa por alto o se malinterpreta incluso por inversores experimentados. Estos mismos inversores continúan vertiendo fondos en grandes corporaciones «sin dueño», otorgando, inadvertidamente, un poder sin restricciones a los directivos.

La situación puede compararse con adquirir una propiedad y luego dejar que otros la utilicen a su antojo, obteniendo solo una renta mínima a cambio. En esencia, la entrada de Saudi Telecom en Telefónica debería ser un despertar, un catalizador que nos obliga a reexaminar las dinámicas de poder en el mundo corporativo y a abogar por una representación y participación más equitativa y activa de los accionistas en las decisiones clave de las empresas.

Puedes leer el artículo completo en el blog Rumbo Inversor de El Confidencial.